Título:
las estrellas son negras.
Autor:
Arnoldo Palacios
Colombia,
Ministerio de Cultura, Biblioteca de literatura Afrocolombiana. 2010. 164 Pág.
Rustica.
Israel, negro orgulloso, es uno más de
aquellos que trasiegan por el infortunio de ver con suma resignación el destino
de ser pobres, en el Chocó, como si de eso se tratara la vida, como si aquello
fuera tan cotidiano y natural como ponerse una camisa. Un gobernador hace
tiempo, le tuvo prometida una beca para ser profesional, pero nada,
definitivamente no salió: fue como un cachazo por la nuca. Nada, desde ese
momento, va ser igual para él.
Ya en tiendas como la de Pastor, con una
cuenta larga por pagar, es difícil pedir crédito. ¿Qué camino puede existir?
¿Cuál la respuesta, ante un dolor que no da tregua? Más allá de su necesidad
física, se halla la furia: matar al gobernador, es la respuesta que encuentra
Irra. En medio de sus delirios y su incertidumbre, vaga por el pueblo soñando
ir a Cartagena, pero en las sombras de las calles dormidas, alguien se
encuentra sola, y solo el extravío y la determinación podrán confabular para
exorcizar la dura inmediatez, que le impone, el tiempo y la desesperación.
Otros personajes inolvidables recorren
también esta historia, como el maestro Rícar: “Sí…yo soy malo, yo soy
borrachín…y todo el mundo sabe que maté a mi mujer. Porque la maté me llaman
reo. Pero yo la maté por puta. Tuve el valor de despacharla, cuando los buenos
se rascan las güevas… ¡Cabrones!... ¡Gach!...”
Cosa más grande es caminar junto a este
protagonista indómito, portador de una voz que reclama lo que le pertenece, sin
concesiones con nada o nadie, actuando con la fuerza de su corazón. Con un
narrador omnisciente, la novela nos ubica en el filo de la primera mitad del
siglo XX, no solo en Chocó, sino en la realidad política del País, en el
sufrimiento interior de un protagonista que, ya no vive la experiencia del
hambre, con la subjetividad radical y la intencionalidad del joven de la novela
de knut Hamsun “Hambre”. Esta vez Israel no desea ese sufrimiento, lo vive a
pesar de él, de la imposibilidad de controlar su cuerpo íntegramente. Y no solo
eso, su sufrimiento se hace colectivo en la medida en que se aleja un poco de
sí y es consciente, que su familia y su comunidad, poseen, irónicamente, este
mismo vínculo.
Alex Ramírez.
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