sábado, 2 de febrero de 2013


Título: las estrellas son negras.
Autor: Arnoldo Palacios
Colombia, Ministerio de Cultura, Biblioteca de literatura Afrocolombiana. 2010. 164 Pág.
Rustica.

Israel, negro orgulloso, es uno más de aquellos que trasiegan por el infortunio de ver con suma resignación el destino de ser pobres, en el Chocó, como si de eso se tratara la vida, como si aquello fuera tan cotidiano y natural como ponerse una camisa. Un gobernador hace tiempo, le tuvo prometida una beca para ser profesional, pero nada, definitivamente no salió: fue como un cachazo por la nuca. Nada, desde ese momento, va ser igual para él.

Ya en tiendas como la de Pastor, con una cuenta larga por pagar, es difícil pedir crédito. ¿Qué camino puede existir? ¿Cuál la respuesta, ante un dolor que no da tregua? Más allá de su necesidad física, se halla la furia: matar al gobernador, es la respuesta que encuentra Irra.  En medio de sus delirios y  su incertidumbre, vaga por el pueblo soñando ir a Cartagena, pero en las sombras de las calles dormidas, alguien se encuentra sola, y solo el extravío y la determinación podrán confabular para exorcizar la dura inmediatez, que le impone, el tiempo  y la desesperación.

Otros personajes inolvidables recorren también esta historia, como el maestro Rícar: “Sí…yo soy malo, yo soy borrachín…y todo el mundo sabe que maté a mi mujer. Porque la maté me llaman reo. Pero yo la maté por puta. Tuve el valor de despacharla, cuando los buenos se rascan las güevas… ¡Cabrones!... ¡Gach!...”

Cosa más grande es caminar junto a este protagonista indómito, portador de una voz que reclama lo que le pertenece, sin concesiones con nada o nadie, actuando con la fuerza de su corazón. Con un narrador omnisciente, la novela nos ubica en el filo de la primera mitad del siglo XX, no solo en Chocó, sino en la realidad política del País, en el sufrimiento interior de un protagonista que, ya no vive la experiencia del hambre, con la subjetividad radical y la intencionalidad del joven de la novela de knut Hamsun “Hambre”. Esta vez Israel no desea ese sufrimiento, lo vive a pesar de él, de la imposibilidad de controlar su cuerpo íntegramente. Y no solo eso, su sufrimiento se hace colectivo en la medida en que se aleja un poco de sí y es consciente, que su familia y su comunidad, poseen, irónicamente, este mismo vínculo.

Alex Ramírez.

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